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Leve Retina Numero 01
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Leve Retina (c)
(Revista Literaria de Repercusión Telemática)
Año 1 - Número 1. (Agosto/1994)
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Leve Retina es el nombre de un poema de Arturo Carrera en su libro
"La Banda Oscura de Alejandro". Agradecemos su generosidad al
permitirnos utilizarlo para la revista.
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Submission adresses: Internet: leve_retina@appeal.uba.ar
Fidonet : 4:900/109.99
Para información adicional, lea las últimas páginas de Leve Retina.
= INDICE ======================================================== INDICE =
Editorial .....................................................2
"Verdad y Consecuencia" (por Matías Giovannini)................3
"Desarmarse" (por Federico Joselevich).........................4
"Channel Surfing" (por Federico Novick)........................4
"El Vaticinio" (por Robel Merech)..............................9
"El Cazador" (por Ana Abregu)..................................18
Misceláneos
Cartas de Lectores ............................................20
Staff .........................................................22
Donde y cómo conseguir Leve Retina ............................22
Legales .......................................................23
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= EDITORIAL ================================================== EDITORIAL =
Leve Retina: (del lat. levis retïna) f. Anat. efecto producido en
los ojos por la larga exposición a los rayos catódicos de los
monitores de las computadoras. 2. Lit. ojo crítico aplicado a la
producción literaria.
Dentro de la red de mensajería electrónica Fidonet y, en particular,
dentro del area Literatura de dicha red, el tiempo de hacernos a
nosotros mismos llegó. Con éste número 1 de Leve Retina empezamos el
primer paso para formalizar la idea de que nuestro trabajo vale, a pesar
y por ser un trabajo amateur, tanto en lo referido a los escritos aquí
publicados como a la revista en su conjunto.
La idea de una revista como Leve Retina es casi querer que nuestro
vínculo persista más allá de la barrera telemática, que nuestras
experiencias trasciendan a lugares insospechados. Casi ingenuamente,
elegimos el sospechoso lugar de la literatura como género para lograr
ese objetivo.
Hoy trato de entender porqué queremos que esta revista exista. Podría
decir que la libertad que nos brindan espacios como las redes de
mensajería electrónica hace que querramos practicar, expandir, promover
esta libertad hasta donde nos sea posible. Una revista dedicada a la
literatura podría llegar a ser sólo una anécdota de ésto, pero no lo es.
La literatura es un caballito de batalla para los antagónicos grupos que
luchan por la libertad o por la opresión. Un lugar en donde se promueve
la participación, la producción y la polémica, es un lugar político y,
podría aventurar, un lugar en donde la literatura *tiene* que ser
vanguardia.
Probablemente, más de un lector podría cuestionar esta libertad por
calificarla de ficticia o virtual por estar sustentada en base a un
espacio que sólo existe en la cabeza de sus participantes (el de las
redes). Probablemente, yo le contestaría que justamente eso, el hecho de
que las redes existan en las mentes de sus participantes, hace que sean
más reales aún, porque existen más allá de cada integrante, porque
existen en el conjunto.
Nuestro objetivo es generar otro espacio más para el debate y la
opinión, para la producción y el comentario a esa misma producción.
Queremos que esto no perezca cuando nuestras bases de mensajes se hayan
borrado. Más aún, queremos que Leve Retina sea un camino de entrada a
las redes y un lugar de residencia de todos aquellos que quieren decir
algo por medio de la literatura.
En cuanto a las cuestiones pura y exclusivamente terrenales, casi
sería un sacrilegio comentar qué Leve Retina está dividida en secciones.
Podría pecar de obvio si contase que esas secciones son Cuento, Poesía,
Ensayo y Cartas de los Lectores, por eso es que no lo voy a hacer.
Mientras estaba escribiendo este editorial, me encontré buscando en el
diccionario el significado de la palabra Retina. Casi mágicamente, la
palabra latina Retïna proviene del también latino rete. Rete significa red.
Federico Joselevich
(4:900/109.0@fidonet.org / fjoselevich@appeal.uba.ar)
---
* Origin: Leve Retina (4:900/109.99)
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= CUENTOS ======================================================= CUENTOS =
From : Matías Giovannini 4:901/107.18 Thu 11 Jun 94 00:01
Subj : Verdad y Consecuencia
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Matías Giovannini nació un caluroso el 30 de Enero de
1972 (o por lo menos eso le dijo mamá que lo tiró a la
pileta a los veinte días). "Desde entonces -dice- no he
hecho mucho, salvo que me agarro el berrinche de
escribir". Interlocutor astuto e ilustrado asustóse
cuando se dió cuenta de que Leve Retina realmente
existía.
Verdad y Consecuencia
Es cierto que no tenía necesidad de ir a ningún lado en particular, pero
salió impulsado por una puntada de inquietud en la boca del estómago.
Ahora en la calle se siente aterido, barrido por el huracán. Tiene frío.
Huye.
Dónde comienza la fuga, hasta cuándo se prolonga. No tiene idea, y ni
siquiera le interesa. Es conciente de que la pregunta es una forma de
ganar tiempo. Tiempo para qué. Tampoco lo sabe. Pero reconoce que
necesita huir tanto como necesita tiempo para pensar. Para qué, de
quién. Una respuesta--un dolor del que se puede alejar--le baila en la
punta de la lengua, como haciéndole burla.
Lo invade un deseo pronto pero indefinido. No es como la puntada urgente
cada vez que la ve, ni siquiera como la presión quemante cada vez que la
acaricia. Es más bien como un bostezo que no llega nunca: está ahí,
quiere salir, se le escapa. Una gota.
Amenazaba con llover desde la mañana. Ahora, la noche rojiza le parece
necesaria, concluyente. Hace frío. Está húmedo; se detiene un segundo y
mira hacia arriba, al cielo luminoso y rosado; mastica un poco el filtro
del cigarrillo recién encendido y sigue caminando. Empieza a llover.
Camina automáticamente: en la cabeza--demasiadas preguntas--no le queda
espacio para recorridos. La costumbre es más fuerte.
Tiene la llave que ahora le resulta más que nunca un voto de confianza
excesivo; abre, entra. De repente, una de las preguntas es inexacta: no
huye, se acerca. Quién huye, y el reemplazo es inmediato: aparece la
respuesta en seguida; su cara, un poco imperfecta como una instantánea
tomada en el momento menos indicado. Aparece otra cara, otro
cuerpo--desnudo--que se esconde, fuera de foco. Fuera de encuadre.
Así que éste era el precio de la libertad de ella. Ultima respuesta.
***
Es tarde y dejó de llover. Fueron muchas explicaciones y ya no le queda
whisky ni café por tomar. --¿Cuánto vale tu silencio?--le pregunta ella
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con una mueca entre divertida y preocupada pero él, para variar, le
miente y logra convencerla; ella parece aliviada y lo besa.
Para él, lo peor recién empieza. Hay un vacío más contundente que el de
las botellas, y es que se quedó sin preguntas.
---
= CUENTOS ====================================================== CUENTOS =
From : Federico Joselevich 4:900/109 Wed 25 May 94 23:06
Subj : Desarmarse
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Federico Joselevich, nacido el 23 de diciembre de 1972;
operador del BBS Cultural Carreteras del Viento (perdón
por el chivo); veterano de tres años de antigüedad en las
redes de mensajería electrónica; coordinador de Fidonet
Argentina desde noviembre de 1992 hasta noviembre de
1993; según los medios: pelirrojo, menudo e inquieto;
también conocido como Fedelevich.
Desarmarse
==========
La cosa era desarmarse: desarmar la uña del dedo meñique izquierdo
para rascar la oreja y dejar que la mano siga escribiéndo; desarmar la
mano en el baño para que cepille los dientes, desarmar los dientes, para
poder aprovechar el tiempovaliosodeantesdesalir, dejando el pelo en el
lavarropas, los ojos en remojo, y el culo en el inodoro; desarmar el
hígado y dejar a los riñones escurriéndose; desarmar al oido medio para
que, en un concierto de cuerdas vocales, martirizen
aquiendespertamosporteléfono. A las piernas dejarlas en la bicicleta y
que los brazos hagan pesas, mientras se desarma la nariz para ir a
moquearse un rato, mandando a la boca y a su hermano estomacal a apurar
el café con leche. A la salida dejar el cerebro en el Psicoanalista y
los pies en la pedicura; desarmar, desarmar, desarmar, hasta llegar al
corazón para desarmarlo y dejarlo en manos de una rubia labios escarlata
muy armadita.
11/Jul/92 18:45
"En casa".
---
* Origin: Carreteras del Viento. +54-1-544-6241. TLD 24 hs (4:900/109.0)
= POESIA ========================================================= POESIA =
De : Federico Novick 4:900/121.29 Thu 07 Jul 94 14:48
Subj : Channel Surfing
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Nació en 1973 y a los cuatro años leía historietas sin
parar. Acelerado, difícil, crudo, denso, sus poemas
generaron tanto desconcierto en las discusiones
telemáticas que se llegó a plantear la posibilidad de una
música adecuada para leerlos: "Bach. Concierto p. clave y
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orquesta No. 1; BWV 1052; Orquesta sinfónica de Ottawa;
Dr. Thomas Mayor". También puede ser destructivo leerlo
con la sinfonía No. 6 de Beethoven, Pastoral, y Glenn
Gould en el piano (o lo que sea). Se caracteriza por
interrumpir cuando los demas hablan y tambien por las
continuas citas de Osvaldo Lamborghini mezcladas en todo
texto, charla o mensaje. Vive en Buenos Aires.
CHANNEL SURFING
federico novick
I
Avances del cielo
"así como la televisión nos devuelve viejas películas,
los años nos eximen -por fin- de comentarios"
Osvaldo Lamborghini en La Causa Justa
todos los costados, llegan
y abren hasta esa remota versión
que olvida en los bolsillos
"el lugar para hacer el desfile"
Además, un regalo:
el diploma del nacimiento
/
También me alimento con desprecio
y observo la acción:
te presento a Raquel, desde hoy va a trabajar con nosotros.
'me enferman tus gentilezas
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y tu importancia'
Vas a saber todo lo que te propongas porque te sobra encanto
y lo único que necesitás es un motivo para vivir, paradeslizarte.
Queríamos estar juntos los tres,
una sorpresa en el camino y todo acabó
la vida.
MALDITO SIETE necesitabas cuatro para hacerlo.
cuatrocientos dólares, el alquiler y tus brazos que no terminan.
Tengo que apostar contra el tirador, este es mi último respiro
y acá está, sobre la mesa
plegado en cada uno de los rincones de la sala.
UNO el límite
dijo el padre, dijo tu suerte va a cambiar
en el hotel un par de días, pero si hay una necesidad urgente,
Muriel les va a contar una y otra historia hasta que los ojos se
vayan cerrando despacio frente a la luna.
/descubriendo/
frasquitos con licor, te veo rodeada de niebla
hablando casi sin ganas con los que patinaban en el
piso
gente amigable que
contaba toda su vida para romper el hielo
-> me llamo morgan me gustan las peliculas viejas
<- mi nombre es sara odio los encuentros ocasionales
desnuda.
Inválida
la fortuna me trata como las pesas y caen.
un brillo de traición en tu sombra
como decía, soy monógama
/no me pienso volver a casar
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el anuncio de la estelarísima: ¿quién
pudiera recordar historias
que con sólo escucharlas
entendamos su valor?
Estamos en la quinta.
un centenar de chicas vestidas con polleras
y alfileres de gancho.
Atrapadas por el comienzo de la infancia;
ahí va a cantar, lejos
la acompaña una amiga de su hermana.
señor González, hoy habrá fiesta, y las muchachas como ella
se rendirán: ¡ella no es una muchacha más!
Viste ropa íntima femenina, el lazo imposible
rodeaba la cama y franquearlo,
apoderarse de mi corazón
como regalo, es algo sensacional y estimulante
II
Interrupciones
"Adult ADD( Attention Deficit Disorder) is marked not only
by a short attending span, but also by a multitasking mind.
Anxious to avoid boredoom, those afflicted are constantly
scanning their environment, searching for all things
captivating. They may read lots of books, but finish few.
They misplace things and require constant reminders. They
are risk takers, thrill seekers, and, often, caffeine
addicts. They are news junkies and channel
clickers/cable-surfers. In conversation, they often detour
into parenthetical tangents, never returning to the main
point"
Evan I. Schwartz en 'Wired', Volumen 2.06
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y vos también con el vicio
Ha sido vicio de hombres, lo 'adapto'
si le digo que no tengo plato, me responde
sólo juntando el medio y los índices,
el torso en el centro
deja de ensancharse
y son dos 'casi lunas' dos 'suelas mojadas'
////
Se va a publicar con la secuencia:
HAY RECONCILIACIONES
Anoche lloraba el relator
desluciéndose por el humo;
esta tarde sus padres están lejos.
/
entera desarma su bolsa
sobre la cama y murmura.
la cinta de los días,
un disco que deshacías en cada pista.
Con el lector despiadado
la púa de diamante apurando el
motor del ascensor
en un cuartito de la terraza.
para los nervios
México
Volvías porque toda tierra tiene su espejo
en la misma tierra donde vivías
anoche
el miedo a la luna:
con el dedo pegajoso anotaba la dirección,
un atajo para llegar de otro modo al mismo lugar
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a través de
una lista de las principales imprentas.
eso lo sé de memoria, y también
que no le gusta que registren los cajones\
La última fue la que terminó,
esa noche del adiós:
la 'seis'
por la ciudad,
te vas a despertar sobre el abrigo.
sobre toda curva, hacia el nido que está escondido
en la casilla.
¿Qué es eso de perito en cereales?
El padrino descubre otro camino en el sello que
imprime tras escaparse.
o es el testigo, delicado, que regresa:
ATROPELLAN TRAVESTI
/RETROCEDEN.
---
= CUENTOS ====================================================== CUENTOS =
From : Robel Merech 4:900/120 Wed 25 May 94 23:06
Subj : El Vaticinio
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Robel Merech,
EL VATICINIO.
Por comentarios poco fidedignos e indicaciones ambiguas llegó a saber
dónde se encontraba. No era lejos de su casa. Quizá fuese esta vez también una
mentira, una falsa esperanza, como en varias oportunidades le había tocado des-
cubrir al llegar al lugar que le habían dicho y encontrarse con que la direc-
ción no existía o había una plaza en su lugar o, en la peor de las ocasiones,
un baldío sucio y solitario.
En todo caso y a la altura de los acontecimientos nada podía perder-
se. El tiempo apremiaba y pensó que quizá fuera ésta la última vez que buscaba
ese sitio porque luego nada importaría. Sería demasiado tarde. Entonces deci-
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dió ir de inmediato, apenas terminada su jornada de oficina.
Bajó del 118 en Belgrano y Jujuy. Tomó por Belgrano hacia la izquier-
da y compró un paquete de cigarrillos en un kiosko. Mientras fumaba, se le o-
currió que toda esa búsqueda era en realidad una gran ridiculez. Un intento na-
cido de su propia desesperación. Si meses atrás alguien le hubiese anticipado,
a modo de vaticinio, que él se entregaría muy pronto a tales menesteres, la
gracia y la fantasía de la ocurrencia le hubiesen destornillado de risa. Y pen-
só de inmediato en lo impredecible que algunas veces puede resultar la vida de
un hombre. Como si de un día para el otro, diferentes circunstancias y coinci-
dencias inesperadas, nos hicieran pasar de la monótona y calma rutina de una o-
ficina a la última trinchera de sobrevivientes de un país hecho pedazos. Era
en esta disparatada comparación en lo que pensaba cuando advirtió que llegaba
a Matheu. Y un frío helado recorrió su espalda húmeda. Llovía.
Unos pasos lo condujeron hasta el número que le indicaba el papelito.
Tuvo que bajar a la calle porque ni siquiera había vereda. Otra vez lo mismo:
lo habían engañado. Se trataba de una simple obra en construcción. Un esquele-
to de concreto que quería convertirse en un edificio de dos plantas, o quizá
en un pequeño centro comercial. En la porción central de la obra se veía una
puerta diminuta, de madera, muy posiblemente improvisada por los obreros que
trabajarían allí durante el día. Era ésta el único acceso a la edificación.
Miró hacia ambos lados, como por si acaso, por si venía alguien, con
esa suerte de esperanza absurda que se alberga cada vez que sabemos que no
existe la menor posibilidad de que ocurra aquello que esperábamos. Luego se
sambulló en sus propias cavilaciones.
Estaba tan triste y distraído que casi lo atropella un ómnibus que do-
blaba ferozmente desde Belgrano. El conductor lo insultó y tuvo que saltar a
la vereda de enfrente casi como un acróbata.
Y volvía sobre sus pasos cuando oyó que alguien chistaba.
- He..he! Usted! - le dijeron.
Se dió vuelta.
- Si.. si! Usted! ¿Viene por una sesión?
Era un hombrecillo muy pequeño, bajito y delgadísimo. Tenía puestos
unos ridículos anteojos de armazón bordó que le daban una apariencia muy curio-
sa y a la vez absurda, como de loco y de payaso. Una de esas personas que asus-
tan si se las encuentra de golpe al doblar en una esquina, o en la estación
del subterráneo. Su rostro se asomaba a travéz de la puertecita de la obra.
- Perdón.. ¿Me está hablando a mí?
- Si.. si. ¿A quién si no? Cruce. ¿Viene por una sesión?
- Una.. que?
Estaba desconcertado y sorprendido. Inmediatamente pensó que 'Sesión'
sería el término adecuado para calificar este tipo de actividades.
- Si. discúlpeme usted. Una sesión. Busco una sesión.. - aclaró antes
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de que el otro respondiera. Y después dijo, como para dar a entender que esta-
ba debidamente informado de los procedimientos: - Necesitaría que me dieran un
turno.
El hombrecito curioso lo miró con cara de haber escuchado un chiste.
De haber tenido tiempo, seguramente se habría reído a carcajada limpia, tal e-
ra la impresión que daba su rostro. Sin embargo, dijo:
- ¿Quién lo recomendó?
- Un amigo.
- ¿Cómo se llama?
Se le vino a la memoria el Negro Gómez. El le había hablado por pri-
mera vez del lugar cuando todavía trabajaba en la oficina. Se lo nombró enton-
ces al hombrecito.
- Santiago Gómez, el Negro. Si lo conoceré. Al final se pudo sacar la
Grande la semana pasada. Je, je.. que turrito lindo. Ahora debe estar panza pa
'rriba en el Caribe eh?.. don...?
- Me llamo Rial, señor. Edmundo Rial.
- Pase, don Rial. Vamos a ver que podemos hacer por usted.
Pasaron. Cuando atravezaron la puerta se dieron la mano cordialmente.
Como si con el simple saludo pudiesen salvar esa suerte de territorio de mu-
tuas incertidumbres que siempre separa a dos desconocidos.
- Soy el profesor Hegelhausen. Y por favor no me pregunte mas. Usted
debe saber que se trata de una profesión peligrosa.
Se adentraron por un pasillo angostísimo y oscuro. Unos veinte pasos
adelante aparecía el extremo superior de una escalera vertical asomando desde
la boca de una especie de pozo ciego. Rial se estremeció. Nunca supo si de
miedo o del frío que subía desde la abertura.
- Disculpe las condiciones en que lo recibo - explicó el profesor al
advertir la inseguridad del visitante - pero entienda que en esta empresa es
fundamental tomar las debidas precauciones. Siempre se nos está buscando y es
bueno estar listos ante cualquier contrariedad. Si algún envidioso nos delata-
ra, fíjese usted, en menos de una hora no dejaríamos ni rastros...
- Pero, ¿es esto ilegal?
- ¿Ilegal? Claro que no. Es simplemente científico.
Un torbellino de confusión abordó la mente de Rial. La forma en que
Hegelhausen hablaba, el tono discursivo de su voz, sus imperceptibles silen-
cios y sobre todo ese modo tajante y al mismo tiempo gracioso con el cual pro-
nunciaba las palabras le conferían un aire para nada científico. Mas bien le
pareció a Rial que quien tenía delante era una especie de guía de turismo. Y
se le ocurrió pensar con amargura: "Un farsante. Otro farsante".
Apreciación que en ese instante Rial juzgó correcta. Pero que sin du-
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da, si hubiese tenido tiempo de analizar mucho mas tarde junto con todos los
acontecimientos que se producirían en el transcurso de la sesión, hubiese si-
do considerada errónea con el mayor de los pavores.
Hegelhausen, que había quedado observando la cara de perplejidad de
su acompañante, agregó con aire contundente:
- Escúcheme una cosa: ¿Usted se cree que acá vamos a prender velas e
invocar algún espíritu? Por favor...
- Pero...
- Lo que hacemos acá es seguro, me entiende, garantizado.
Bajaron en silencio la escalera, que moría diez metros mas abajo, en
un reducto improvisado y pequeño.
- ¿Sabe lo que pasa, Rial? De vez en cuando llega a oídos de alguno
de esos brujos de mala muerte, tiracartas o adivinadores de pacotilla, cier-
tos rumores sobre nuestra eficiencia, mas que nada de la ganancia. Como com-
prenderá, no pueden competir con nuestra presisión tecnológica y se mueren de
hambre tal cual perros callejeros. Que se jodan, Rial, discúlpe que le hable
así - lentamente las facciones del profesor cambiaron esa cómica apariencia
que conservara en un principio por un gesto grave y, ( le pareció por un ins-
tante a Rial ) hasta demoníaco. -Entonces nos vienen a extorsionar. Nos amena-
zan. Traman complots en nuestra contra, nos envían notas de advertencia. Por
eso es que cuesta tanto ubicarnos, pues nos mudamos con frecuencia, general-
mente antes que nos detecten. Encima dicen que somos competencia desleal, mi-
re usted que gracioso.
- Gómez me dijo que eran algo serio pero nunca imaginé..
- Ja, ja, que grande el turrito ese. Quédese tranquilo. Venga.
Le indicó una silla y lo hizo sentar. Observó Rial que la habitación
estaba dividida en dos partes mediante un trozo de tela negra, que actuaba a
modo de biombo o cosa por el estilo. El profesor le solicitó un instante y se
deslizó al otro lado del ambiente, oculto totalmente a los ojos del cliente.
- Es una cuestión de ajuste, don Rial, nada mas.
- Entiendo..
- ¿Entiende?. ja, ja, que sentido del humor, eh? "Con sólo mirar di-
cen ya entender.." ¿ Conoce la canción ? Usted ni mira y ya lo entiende todo.
Lo felicito.
Rial se estremeció. Había algo en ese personaje que le producía cier
ta inquietud. Aunque mejor sería decir temor, inseguridad. De pronto se encon-
tró diciendo para sí: " Esto no puede ser. No puede ser verdad. Es una fanta-
sía absurda." Y contempló con detalle todo ese sucio reducto para asegurarse
de su veraz existencia. Del mismo modo que en algunas pesadillas recurrimos a
a esa suerte de resabio de lógica o de razón para advertir, a travéz de míni-
mos detalles inverosímiles, que todo lo que vemos no es mas que un horrible
sueño del cual a partir de entonces trataremos de escapar.
Pero un extraño sumbido grave, como de usina eléctrica, lo quitó de
sus reflexiones. En ese instante el profesor exclamó, todavía del otro lado
del habitáculo:
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- ¡Arrancó! Ja, ja. Que maravilla. Que arte que hay en esto...
Pegó un tirón con la mano y la tela divisoria se desplomó a sus pies.
Entonces continuó, presa de visible exitación:
- Aquí tiene, pues, la máquina.
- Interesante.. - atinó a decirle Rial, en un tono completamente aje-
no y desproporcionado a la situación. Parecía que en lugar de eso hubiese di-
cho: ' buenos días.' Tan confundido se encontraba.
Esta actitud produjo cierta molestia en el profesor Hegelhausen que,
seguramente, estaba acostumbrado a la fascinación de sus clientes en momentos
parecidos, cuando presentábales su fabuloso invento.
- Está bien- agregó entonces como para sí, con gesto resignado. Del
mismo modo, aunque en un tono mas perceptible, continuó: - Tome, Rial. Aquí
tiene las tarifas. Cada pedido un valor diferente. Le recuerdo que la sesión
es de una hora, no más. La máquina puede estar encendida tan sólo ese tiempo.
Así que, decídase pronto.
Le alcanzó el folletín con los precios. Rial lo contempló totalmente
estupefacto. Al rato, dijo:
- Discúlpeme usted. Pero aquí no figura... no está lo que yo quisie-
ra saber. Debí haber imaginado que mi pedido está fuera de su alcance.
- ¿Pero qué me quiere decir? ¿Qué es lo que quiere usted saber?
- Es algo delicado - contestó Rial sin poder mantenerle la mirada.
Un momento de silencio se apoderó de aquel cuartucho cavado bajo la
tierra. La poca luz que desprendía una bombita desde un rincón daba al ambien-
te ese aspecto tenebroso que suelen tener ciertas bóvedas en los cementerios.
Por detrás, como un cántico religioso, el sumbido grave alteraba levemente su
frecuencia triste y constante: ahora subía, ahora bajaba hacia el tono origi-
nal, como sufriendo...
- Vea, Rial - explicó el otro a modo de discurso. - Esto es muy sim-
ple. Con los años que llevo en el oficio he elaborado todas las preguntas po-
sibles que una persona normal y con las debidas inquietues pueda formular.
Hasta hoy nadie me vino con su problema. Lea de nuevo el folletín y búsquela.
Quizá se halla apresurado un poco. Tiene que estar por ahí. Las preguntas es-
tán redactadas de la manera mas específica y concreta posible, para minimizar
cualquier mala interpretación literaria y reducir así toda ambiguedad. A la
máquina se le ingresa la pregunta 'modelo' cuya respuesta usted desee averi-
guar. Claro está que la máquina la responderá de acuerdo a su caso en parti-
cular, considerando un sinnúmero de datos de su propia persona, algorítmos as-
trológicos, parábolas de Destino y variables auxiliares y de entorno de exis-
tencia. Esto en el caso que elija una pregunta del tipo particular, es decir,
que tenga que ver con usted y el entorno que le rodea. Le advierto que pregun-
tas de este tipo incluyen un costo adicional, porque demandan mas trabajo de
la máquina.
Hasta ese instante Rial no había advertido lo molesta e insufrible
que le resultaba la vocecita aguda de ese profesor Hegelhausen. Ahora que lo
observaba con mas detenimiento le pareció que su rostro invocaba una especie
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de pájaro con anteojos. Pero un pájaro peligroso. Un ave de rapiña. Sus manos
carecían por completo de proporción con el cuerpo: grandes y planas, blanque-
cinas, muñidas de largos y afilados dedos. Se le ocurrió que las había robado
de otra persona. Mas tarde reemplazó la palabra 'persona' por 'águila' o
'halcón.'
- Ahora si lo que desea - continuaba el profesor sumido completamen-
te en sus explicaciones - es un vaticinio mas simple, vea por ejemplo la se-
gunda sección del folletín donde están las preguntas que yo llamo ' genera-
les', los costos se reducen casi el cincuenta por ciento. ¿Es usted jugador?
- No.
- Lástima. Porque también sacamos pronósticos de ese tipo, cien por
ciento garantidos. Si no - recalcó en las siguientes palabras su típico des-
tello de ironía - si no, pregúntele al turrito ese amigo suyo.. ¿cómo se lla-
maba, Perez?
- Gómez.
- Gómez, claro. El turrito ese que ahora estará en el Caribe.
Se quedaron en silencio. Hegelgausen hizo un gesto de interrogación.
- ¿Y bien?
- No. - explicó Rial -Lo mío es diferente. Es complicado. Sabe, ten-
go a mi mujer gravemente enferma y creo que pueda morir...
- Todos vamos a morir. - le interrumpió secamente el científico con
cara de no querer oír mas. Un impredecible malestar le oscureció el semblan-
te. En tono inenarrablemente frío, acotó:
- Quizá le informaron mal. Yo no curo, predigo.
- Ya lo sé.- respondió Rial. Sus ojos brillaban debilmente. - La pre-
gunta que quiero hacerle - agregó ahogándose en un murmullo - es demasiado es
pecial... Quizá yo sea un cobarde y por eso no me atreva con una pregunta mas
directa, como éstas que tiene aquí - y señaló el folletín, arrojándolo al sue
lo con un movimiento desesperado de la mano.
Una mirada maliciosa abordó el rostro del pájaro.
- Esas preguntas directas a las que alude no tienen nada que ver con
la muerte de nadie. - explicó el profesor, ya un tanto perturbado. - No es ne-
gocio vaticinar muertes, señor. Imagínese los desastres que esto ocacionaría
a los interesados, mejor dicho, a mis clientes. La gente que viene aquí quie-
re saber otras cosas, acertar números, ganar en la quiniela o en el prode. Al-
gunos, los mas aventureros, piden saber si algún día van a encontrar la feli-
cidad...
- ¿Y si en sus destinos no hay felicidad? ¿Que les dice?
- Depende de la cara. No es cuestión de lastimar a nadie. Ja, Ja..
- Pero usted es un sinverguenza...
- ¡No le permito! Aquí se trabaja con seriedad y todos los pronósti-
cos son siempre correctos, se pregunte lo que se pregunte. Si yo decido omi-
tir ciertos acontecimientos o desdichas futuros a mis clientes es nada mas
que en razón de su protección y seguridad...
- La seguridad de su bolsillo - acotó Rial fuera de sí. El rostro del
profesor se petrificó.
- Muy bien... - dijo al cabo de un momento - veo que usted me está...
digamos... ¿desafiando?
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- Tómelo como quiera. Yo me voy.
- No. Espere. No se vaya. - se levantó y fue hacia Rial. Cuando ambos
rostros estuvieron a escasos centímetros uno del otro, dijo a su huesped:
- Mire. En prueba de que yo siempre deseo - se detuvo para escoger el
término correcto -'satisfacer' a mis clientes, voy a hacer una excepción. Es-
criba aquí la pregunta textual que quiera formular - le acercó un papel y una
birome - y le aseguro que se irá de este lugar con su respuesta. Exacta. Des-
de ya le advierto que no me hago responsable de nada, y que la máquina con-
testará especificamente lo que usted pregunte..-Efectuó un silencio para exa-
minar a su presa. - ¿Y bien? ¿Acepta? Le prometo que no haré omisión de nin-
gún dato.
Ambos quedaron como petrificados, uno frente al otro, escrutándose. Se
guramente Rial experimentara un profundo miedo que le carcomía el alma. Sabía
que no podría negarse a la proposición del otro. Pues era, a fin de cuentas,
el motivo por el cual había ido hasta allí. Sin embargo restaba la posibili-
dad de la farsa. De que todo fuese una teatralizada mentira.
Quizá este pensamiento le alentó a decir:
- Ok. Esta bien. ¿Pero cuanto me va a salir?
- Escriba la pregunta primero.
Se miraron. Hubo un instante en el cual Rial pareció dudar.
"En tanto el curso irreversible de la enfermedad de mi esposa " anotó
" deseo saber si superaré el dolor que me ocacionará su muerte."
- ¿Es todo? Bastante egoísta lo suyo. - inquirió Hegelhausen luego de
leer el papelito.
- Es que va a morir. La amo con toda mi alma. Es lo único que tengo en
este mundo. No me queda nada mas...
- Usted es un mazoquista, señor. Haga el favor de no hacer telenovela.
- Y haga usted el favor de entenderme. -suplicó Rial- Estoy desespera-
do y solo...
- Son seiscientos. En efectivo. Por adelantado. Antes del vaticinio.
Rial extrajo el dinero del bolsillo. Lo puso sobre un taburete.
- Aquí tiene.
- Si lo hubiese sabido generoso - ironizó el otro - le pedía mas.
- ¿Le dije ya que es un cínico?
El profesor contestó a esa pregunta con otra bien inesperada:
- ¿Puedo saber una sola cosa? Si la máquina dice que no podrá usted su-
perar la muerte de su esposa, ¿que hará, matarse?
- Exacto. - confesó Rial con total desición - No pienso sufrir el do-
lor de su muerte. La condena de mi soledad.
- Sin embargo la dejará morir sola en su agonía. ¿No?
- Ese es problema mío. Además, nadie le dijo cuando decidiré matarme.
- Está bien- terminó Hegelhausen con un gesto claro de desinterés, que
en ese momento se disponía a contar y guardar el dinero en el bolsillo de su
overoll. - Arréglese como quiera.
15/07/94 Page 15
El proceso por el cual se llevó a cabo el vaticinio duró escasos minu-
tos. El profesor introdujo el papel por una ranura de la máquina, que a esas
alturas rugía mas gravemente que instantes atrás, y Rial experimentó ese la-
mento mecánico como si fuera suyo. El lamento de su propia alma destrozada.
Sabía que era un cobarde, pero no le importaba en lo mas mínimo.
- Mientras se procesa esto -agregó Hegelhausen - colóquese este arte-
facto en la cabeza. - y le dió una especie de sombrero repleto de cables que
partían del objeto hasta la máquina. - Es para adecuar la pregunta a su caso
particular, pierda cuidado.
Rial obedeció.
De inmediato, una especie de cosquilleo le invadió el cuero cabellu-
do. Luego éste desapareció, dándo lugar a la contractura de algunos musculi-
tos de su rostro. Trató de conservar la calma y permaneció quieto en su silla,
buscando relajarse. Así se lo pedía, mientras tanto, el profesor desde el ex-
tremo opuesto del habitáculo, controlando las extrañas operaciones de la má-
quina.
Tanto fue así que, finalizado el vaticinio, lo tuvieron que despertar.
- Rial, ya está.
- ¿Tiene el resultado? -balbuceó aquel, quitándose el aparato del crá-
neo.
- Aja. Seguramente no querrá a su mujer tanto como dice.
- ¿He? ¿De que habla?
- Por lo que puede deducirse de esto - le enseñó un papel que en ese
instante arrancaba de una de las bocas de la máquina - digamos que su verda-
dero problema no consiste en superar la muerte de nadie.
Rial se tornó casi estalactita.
- ¿Quiere decir entonces que no morirá?
- ¿Y si por ahi usted se enamora de otra?
- Pero no sea hijo de puta...
- No, Rial. ¿Como puedo saberlo?. -la mirada del profesor parecía tan
interrogante como la del otro. Así continuó: -A veces las cosas cambian.. la
vida es tan impredecible, tan misteriosa. Quien le dice que a la vuelta de
una esquina se encuentre con una sorpresa. Algo que le cambie por completo
el sentido de su existencia. Esto ha pasado. Está científicamente comprobado
..
- Científicamente comprobado, por favor... - Rial repetía las últimas
palabras de Hegelhausen advirtiendo cierto regocijo en los ojos de aquel.Era
evidente que mentía, o que actuaba. Se imaginó a ese profesor repitiendo una
y otra vez la parodia de la máquina, de las preguntas, corriendo la cortina
que escondía ese aparato clandestino y obsoleto ante los ojos de ilusos o de
gentes desesperadas y necesitadas de una respuesta ¿Como no mentirle ahora a
él, con esa facilidad adquirida por la experiencia, por la repetición?
- La máquina respondió exactamente lo que usted quería conocer - con-
tinuaba mientras tanto Hegelhausen, presa de un entusiasmo injustificable
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que se mezclaba con una especie de pasión - Y, en consecuencia, no tiene por
qué preocuparse mas por eso. ¿Ahora Entendió?
Terminó la frase con una sonrisa.
- Usted es un mentiroso. Cínico. Me está embaucando.
- Y usted un incrédulo. ¡ No sea estúpido! La máquina no se equivoca.
Y ahora tendrá que disculparme: la sesión terminó.
Fue hasta los controles de la máquina y movió unas palancas. El rui-
do fue apagándose hasta desaparecer por completo, dejando sitio a los sordos
rumores que bajaban de la calle.
- Lo que es el Destino, don Rial. Lo que es el Destino. No solamente
usted ahora se sorprende de este resultado inesperado.. han habido muchos..
incluso yo mismo...
- Mentiroso. Eso es lo que es: mentiroso.
- Siempre se aprende algo del Destino, mi estimado Rial. - y se quitó
lentamente su overoll azul, como dando por finalizado todo trabajo, fingien-
do no oír las acusaciones del cliente. Así continuó con lo que a Rial le pa-
reció una especie de parodia: - Usted viene preocupado por algo que le ator-
menta y le carcome el alma. Piensa que la desgracia ocurrirá, que todo está
perdido para siempre. Sin embargo, fíjese, tiene una esperanza: por esa espe-
ranza es que viene a verme. -hizo una pausa para tragar saliva. Su rostro se
iluminó con una especie de animosidad inesperada, injustificable. En ese es-
tado continuó: - Y... ¡ que cosa la humanidad, que increiblemente complicada
es!... yo le confirmo algo que debería de alegrarlo, le confirmo 'Su Remota
Esperanza', nada menos que el motivo por el cual aún no se quitó la vida. Yo
le digo: ' no se preocupe mas por eso, mi estimado Rial.. ' y usted, en lu-
gar de decir: 'Gracias a Dios' o 'Ahora estoy mas tranquilo' en cambio, ¿que
hace?: me trata de mentiroso. Mire, Rial, aquí tiene sus seiscientos pesos..
¿Por qué se los devuelvo? No puedo cobrarle Mi Verdad a alguien que no puede
creerla.
Puso el dinero sobre el taburete.
- Y otra cosa: cuando quiera que le digan exactamente lo que desee o-
ír y nada mas que eso, vaya y vea a un brujo. Esos farsantes siempre le dan
la razón al cliente. Aunque no sé por qué se lo confieso. Adiós.
Con esta última palabra despidió al desdichado. Le señaló el dinero.
Luego de que lo recogiera, la escalera.
Subieron en patético silencio. En el pasillo, Hegelhausen le abrió la
pequeña puerta de madera, ya con un aire de inmutable seriedad.
- No me pudo, ¿vió? - se burló su acompañante. - Por eso me devolvió
el dinero... - a lo cual el profesor no respondió, echándole una mirada de
amarga compasión. Como si con ese gesto se reservase todavía algún miste-
rioso secreto pero al mismo tiempo estuviese revelándolo todo.
Entonces pensó: "Qué solo está". Mientras lo veía alejarse hacia la
esquina de Matheu, con las manos en los bolsillos de un jean viejo y deste-
ñido, con la camisa afuera y desencajada, como si se hubiese vestido con la
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ropa de otra persona.
Y entonces siguió pensando: " Pobre turrito.. cómo le iba a cobrar
esos seiscientos pesos.." Y con un rostro de extraña fascinación miraba ha-
cia la calle húmeda: " La puta, que clima de mierda" se decía "como si fue-
ra hecho a propósito. "
Finalmente cerró la puerta.
Una fina garúa lo empapaba todo, cayendo tal cual delgadísimas y pun-
zantes agujas sobre Buenos Aires. Como si esa lluvia, ese cielo y esas tor-
mentas porteñas hiciesen posible la aparición de esta típica clase de seres
nostálgicos y patéticos que pululan aquí y allí, que salen a las calles, que
se mueven como sombras o fantasmas lentos entre peatones apresurados en los
días de lluvia.
Seres que, como Rial, ' no pueden existir ' sin la nostalgia gris de
nuestra ciudad. Y viceversa. Porque Buenos Aires tiene la peculiar caracte-
rística de albergar a los hombres y mujeres mas diversos y antagónicos. Por
esa suerte - o desgracia - de conjunción de razas y culturas. Y entonces nos
encontramos con un Rial, opaco y casi derruído a escombros humanos por la so-
ledad y la melancolía, por el desamparo y el problema de la muerte. Y así co-
mo está él también están los otros: Hegelhausen quizá. O gentes todavía mas
astutas, audaces e inteligentes.
Por encima, los negros nubarrones desplazaban una tarde antes de tiem-
po, tarde de invierno si se quiere, destemplada y gris.
Tarde en la cual Edmundo Rial era aplastado por un ómnibus que, feroz-
mente, doblaba desde Belgrano.
---
* Origin: The Reset Proyect (4:900/120)
= CUENTOS ======================================================== CUENTOS =
De : Ana Abregu 4:900/610.3 Mie 22 Jun 94 23:56
Subj : Cazador
===========================================================================
Ana: falta tu biografía selecta.
CAZADOR
Lo conocí un instante entre dos sueños, cuando la inevitable simpatía, juega
en estado libre, en las profundidades del mundo; lo arrasa, lo domina,
provocando que dos seres se distiendan, se acerquen minimizando las distancias.
Fue imposible mantener nuestras afinidades en las sombras, lo descubrí como
a una criatura privilegiada que reproduce el inmenso orden de las cosas; de los
ríos, del cielo, las montañas. Un microcosmos.
El, corre a donde debe ir, por su destino de cazador, jugando con los planes
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del amor el viejo juego con magia y erudición.
Su coto de caza es el misterio femenino, las mujeres le despiertan el deseo
de transformarlas en naturaleza fragmentada, necesita dividirlas contra sí
mismo, alterarlas. Se esfuerza por transformarlas en revelación escondida.
Cuando logra la seducción, el espíritu se esfuma.
Descubrimos que nuestros cuerpos pertenecen al mundo de la conjunción y el
ajuste, a la misma sintaxis; así, la voluntad se ha perdido hasta en los lugares
más adormecidos.
El, me ha confesado sus vicios de cazador, inventando el clima de la
disculpa y el perdón. Ha confesado el deseo denso y terrestre de llegar a lo
hondo de la materia, ofrendando un lugar en su presente.
Así, erguidos entre las contradicciones del mundo, entablada nuestra
particular relación, me entregué al deseo que acompaña la identidad de los
cuerpos. Y sin engullirnos, compartimos nuestras singularidades.
Nuestros cuerpos extraviaron las distancias que les son propias, se
saturaron de analogías, cada uno de nuestros poros encontró un punto de apoyo,
las proporciones de nuestras irregularidades se invirtieron sin alterarse,
suspirando entre la apoplejía y la tempestad.
Mis manos aprendieron el camino de sus espacios, circulando meticulosamente
por sus contornos, adquiriendo la forma requerida; así: amando, le enseñaron a
mi cuerpo, rostro, boca, sentidos; los signos y formas a descifrar.
Yo viví, la mitad posible de la eternidad, consagrada.
El, ha finalizado el juego, las reglas fueron revelar el propio juego, el
juego del cazador, la presa cayó, el espíritu se ha esfumado.
Ana Abregu
Chau !
Ana
--- FrontDoor & Imail
* Origin: La Amante del Otro. (ResetNet 88:800/101.3)
15/07/94 Page 19
= CARTAS_DE_LECTORES (4:900/109.99) ================== CARTAS_DE_LECTORES =
De : Gerardo Raul Herreros 4:902/2 Sab 25 Jun 94 16:16
A : Cartas de Lectores 4:900/109.99
Subj : La Revista
===========================================================================
20/6/94
Federico:
Me dirijo a ti como editor irresponsable de "Leve Retina", para que por tu
intermedio les hagas llegar mis felicitaciones a todo el Staff, por el
nacimiento de la citada.
Tengo algunos comentarios:
a) Me parece que hay dos posibilidades esteticas, o tiene formato de
revista, y entonces necesitaria portada, algun dibujo, etc. (tipo axxon (no
sera mucho?)). O que vaya tipo texto, porque esa numeracion de paginas mas
que ayudar, molestan.
b) Tendrian que darle difusion en otras areas, ya que si queda local, se
torna aburrida, ya que los textos "publicados", al menos yo, ya los he
leido.
c) Podrian agregarse dos secciones: una dedicada a comentarios de libros (no
solo novedades, sino tambien viejos, clasicos, incunables, etc) y otra a
publicar "fragmentos selectos", tipo los que nos regalamos por Echo.
Por ultimo, una revista, sin la seccion de humor....
Espero que los comentarios les sean utiles y no esten de mas, ya que no lei
la "antesala".
Un abrazo.
--- Maximus 2.01wb
* Origin: Bananet (4:902/2)
Gerardo:
¡Felicitaciones! La tuya es la carta inaugural de esta sección.
Ilusos nosotros que pensábamos que iba a tardar lo suyo en que estas
cartas comenzaran a llegar.
Con respecto a (a): La idea de hacer una revista en formato ASCII
tiene sus raices. Este es el formato que más se adapta a permitir que
distinto tipo de lectores puedan leerla (léase, no todos usamos PCs). De
cualquier manera, Leve Retina va a salir en dos formatos: uno este ASCII
puro con caracteres de impresión y otro con un programita para leerla.
(b): La idea es que trascienda los límites de la red, ¿o no? Sería
muy valioso poder publicar textos de gente que no necesariamente esté
dentro de Fidonet y/o de las demás redes.
Tanto vos, como el resto de los lectores, podrían hacer algo con
ésto: la mejor difusión que se le puede dar a una revista está por el
lado de los lectores. Comenten en las demás redes que esta revista
existe, que también existe la posibilidad de que publiquen sus trabajos
aquí.
Ahora, con respecto a la publicación de los trabajos por Echomail,
por suerte o desgracia, nos es imposible evitar este tema. Cada uno
publica lo que le parece mejor o más representativo y, muy
probablemente, esto ya haya sido puesto en un mensaje y comentado.
(c) (por cierto, creo que voy a tener que practicar explicaciones más
cortas :) Tu idea es muy interesante y sí, ya habíamos pensado en algo
por el estilo. Te invito a que hagas el intento de inaugurar esa sección
en Leve Retina Nº 2.
15/07/94 Page 20
= CARTAS_DE_LECTORES (4:900/109.99) ================== CARTAS_DE_LECTORES =
De : Fernando Oscar Gonzalez 4:900/109 Vie 24 Jun 94 16:56
A : Cartas de Lectores 4:900/109.99
Subj : La Revista
===========================================================================
Hola, analia,
Como no se como dejar algo en el numero ese que me dejaste (4:900/109.99), te
digo que deje un bocado (lease intento de cuento) en el area de literatura (Hoy,
24/6/94, a las 16.50 hs es el numero 259). Si queres leeo y me haces un
comentario.
Cualquier cosa que haga falta, avisame.
Chau y gracias.
PD: Me gusto mucho el de Marcelo Alonso (El Paseo), el de Joselevich
(Orientaciones), y sobre todo el tuyo que esta excelente.
Ahora si, chau de nuevo.
--- Maximus/2 2.01wb
* Origin: Carreteras del Viento - (541)544-6241 - TLD 24 hs. (4:900/700)
= CARTAS_DE_LECTORES (4:900/109.99) ================== CARTAS_DE_LECTORES =
De : Adrian J. Noguera 4:900/109 Sun 26 Jun 94 22:44
A : Cartas de Lectores 4:900/109.99
Subj : Felicitaciones
===========================================================================
Mis sueños se han hecho realidad!!
La gente hoy puede disfrutar de un lugar
para la cultura como este. Ya no es solo un proyecto, sino una grata
realidad, que hoy nos une a todos.
Esto es algo mas que la union de unos
mensajes,es la mejor manera de llevar a muchos a rencontrarse con los
libros que tienen tan perdidos, bajo una capa de polvo.
Me encantaria distribuir este medio en mi
modesto bbs. Un saludo a todos, y sigan aldelante...
=-> /\dru <-=
--- Maximus/2 2.01wb
* Origin: Carreteras del Viento - (541)544-6241 - TLD 24 hs. (4:900/109)
15/07/94 Page 21
= STAFF ======================================================== STAFF =
(en el presente número)
Editor irresponsable:
Federico Joselevich (4:900/109.0 y fjoselevich@appeal.uba.ar)
Compaginación/diagramación:
Federico Joselevich (4:900/109.0)
Analía Zygier (4:900/109.3)
Entrevistas, comentarios, respuestas, ayudas, notas, as, s.
Marcelo Alonso (4:901/102.4)
Matias Giovannini (4:901/107.18, 4:900/109.18 y mgiovannini@script.org.ar)
Juan Livingston (4:900/120.23 y 4:900/109.23)
Federico Novick (4:900/121.29)
Colaboraron en este número
Ana Abregu (4:900/610.4)
Robel Merech (4:900/120.0)
========================================================================
Supuestamente, usted puede encontrar a Leve Retina en cualquier BBS
de la Región 90 de Fidonet (es decir, de la Argentina).
En particular, los siguientes BBS distribuyen oficialmente Leve Retina:
Carreteras del Viento -- +54-1-544-6241 (Todos los días, las 24 horas)
The Reset Project -- +54-1-962-6392 (Todos los días, las 24 horas)
+54-1-963-5515 (Todos los días, las 24 horas)
+54-1-941-1676 (Todos los días, las 24 horas)
========================================================================
-=[ IMPORANTE ]=- -=[ IMPORANTE ]=- -=[ IMPORANTE ]=- -=[ IMPORANTE ]=-
Leve Retina existe gracias a la colaboración de los lectores. Si
usted desea colaborar con Leve Retina, envíe sus textos a cualquiera de
las direcciones mencionadas más abajo. Los editores no se comprometen a
publicar todos los textos recibidos.
-=[ IMPORANTE ]=- -=[ IMPORANTE ]=- -=[ IMPORANTE ]=- -=[ IMPORANTE ]=-
========================================================================
Colaboraciones, sugerencias, cartas de lectores, quejas, enigmas
dirigirlas a Leve Retina (rogamos enviar lo antedicho en formato ASCII
y, de enviarlo por correo, por diskette):
FidoNet 4:900/109.99
Internet Leve_Retina@appeal.uba.ar
15/07/94 Page 22
Correo común y anticuado:
"Leve Retina"
P.I.Rivera 4164
Capital Federal (1430)
Argentina
Los diskettes recibidos no serán devueltos a los autores.
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intelectual de sus respectivos autores y no necesariamente reflejan la
opinión de quienes hacemos Leve Retina.
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tecnología siempre y cuando se aclare explícitamente la fuente (es
decir, esta revista) en donde debe constar: el nombre y número de la
revista, el autor, y el lugar en donde se pueda obtener el número
original.
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Leve Retina es el nombre de un poema de Arturo Carrera en su libro
"La Banda Oscura de Alejandro". Agradecemos su generosidad al
permitirnos utilizarlo para la revista.
========================================================================
-=[ FIN ]=-
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